Estaba pensando hace un instante. Y no entiendo aún por qué llueve. Quizá sea porque… ¿Recuerdas? En el instante que llegamos cayó la tormenta. Y qué pasará cuando nos vallamos de este sitio. La lluvia se ira con nosotros. Y en que momento caerá de nuevo. No quiero que el camino se extienda con tiempo de arena, ni que las serpientes me piquen los talones cuando escurra cada segundo. Entiendo. Y qué haré cuando tenga secos los labios y cuando al borde de la locura implore un poco de lluvia. Dentro lloverá… En el recuerdo. No me bastará. Nunca es suficiente. Y nunca lo será. Sigue lloviendo. ¿Y dentro de ti? Llueve aún más. Me encanta escuchar la mezcla de los sonidos de esta tormenta y tu voz. Imagino que mis dedos se convierten en lluvia y me adentro al misterio de tus cabellos. Y más. ¿Hasta dónde? Hasta donde tus cabellos se conviertan en la oscuridad y mis dedos se hallen perdidos. Hasta que tus palabras olviden el lenguaje estructurado y opten por el lenguaje del alma y de la locura. Hasta que me convierta en gota de lluvia y descubra tus mantos acuíferos en la inmersión por tus profundidades. Hasta que tus cabellos aprisionen mis dedos y un vaivén de vida y muerte bese nuestros cuerpos. Hasta que la lluvia se convierta en ave huracán y en sus alas nos lleve lejos. Hasta que las estrellas todas se unan y provoquen el inmenso rayo de luz blanca que descenderá a la tierra y en un segundo descubra tu misterio…
No entiendo si nosotros buscamos la noche o fue ella quien nos buscó hasta hacernos diminutos. Cada uno traía una mitad de ella y la mitad de un deseo. ¿Desde cuándo? Desde aquella mirada. ¿Cuál? Una muy filosa y con punta de lanza que encabezaba una guerrilla de sonrisas en plena mañana. Lo sé por el color de tus mejillas. Rojo. Como la sangre trémula de esta batalla. ¿Quién vencerá? ¡Ambos! Porque descubrimos nuestras alas y en este cielo nocturno nos hacemos al vuelo, porque he descubierto tu deseo y tu mitad. La mitad eterna. Porque ahora somos dioses, dueños del tiempo y de la noche. Porque no necesitamos de máscaras encima de esta nube. Porque solo existimos ambos en todo el universo. Y en él nos reímos. Aborreceré la luz del día, pues con esa luz solamente veré la distancia. Y la noche solo me arrinconará en la nostalgia. No quiero pensar en ello. Yo tampoco. ¿Ya te diste cuenta? Sí… Creo que es un huracán. ¿Estas seguro? Sí, todo inició con una gota de lluvia.
miércoles, 16 de diciembre de 2009
sábado, 31 de octubre de 2009
Historia de qué sucede cuando uno se dispone a cruzar a otra realidad por la cantidad exacta de setecientos veintitrés mil millones de puertecitas y t
Existen setecientos veintitrés mil millones de puertecitas. Ellas esperan. Para que las toquemos despacito, pero con inquietud. Deseamos que al leve contacto de piel se abran de par en par. Y es entonces cuando entramos dispuestos a todo lo que sobrevenga. Y así es. Al inicio un choque eléctrico. Este recorre todo el cuerpo y aunque es muy conocido no terminamos de acostumbrarnos. Sentimos la perfecta irrigación cargada de átomos. Toda la superficie del gran río cálido se abre paso entre tierras y montañas. En la corriente perversa, peces blancos se mezclan en una danza sincronizada con los peces de color rojo y éstos con los proteínicos y almidonados microscópicos. Todo un cardumen de sensaciones se escapa a las profundidades donde se encuentran a la espera los peces de luz. Entonces se produce un destello. Vencemos la oscuridad y el tacto se apresura sobre el horizonte. La corriente se incrementa al doble. Los ríos se convierten en boas constrictoras que declaran batalla en un abrazo de muerte. Termina el invierno e inicia el verano con su fuego. Y se siente correr hielo justo en el centro de la existencia.
Todo esto ocurre porque además de las setecientos veintitrés mil millones de puertecita, hay también setecientos veintitrés mil millones de ventanales abiertos de par en par. Por ahí se cuela el viento y en el viento viajan los sueños que deseamos justo cuando se lanza una moneda a la fuente. El viento se los roba a la moneda con su pico de maña. Los necesita para alimentarse y darnos el soplo de vida cuando nacemos. Y entonces se produce el eterno ciclo. Viento va, viento viene, se cuela por la ventana y no se detiene. No piensa, no le interesa, solo se cuela y eso basta para el misterio. Nacen nuestras alas y se borran las cicatrices que nos sangran en el mundo que hay antes de la decisión de entrar o no.
Ya cuando ya hemos decidido cruzar de un mundo a otro por las pequeñitas misteriosas (porque se necesitan de dos para hacerse un uno perfecto), en ese justo momento podemos descubrir todos los elementos en nuestra materia que se extienden a lo largo de nuestro ser. Inicia el descubrimiento por medio de lenguajes nuevos, mientras la colisión vital inicia. Desde las entrañas hasta los límites de las superficies rumora la cascada de cristal que explota en miel y néctar. Un águila levanta el vuelo y con sus garras acaricia la superficie frágil. Las raíces se levantan de la tierra y la arañan, se levantan también los volcanes en erupción y nace el terremoto. Los ríos danzan y las boas se estremecen. Habla también el viento y vomita todos los sueños robados. La catarata se rompe, se quiebra su cristal y vence al silencio, el águila ha llegado a lo más alto y se dispone ahora a los abismos. Millones de átomos chocan una y otra vez, juegan a las embestidas de furia. Esperan a que el rayo y el trueno choquen contra la mar embravecida.
Es de tarde, y estoy a punto de cruzar. Espero en el viento el delirio de tu jardín y sus aromas. Los que hicieron primavera en la memoria de mis setecientos veintitrés mil millones de...
Todo esto ocurre porque además de las setecientos veintitrés mil millones de puertecita, hay también setecientos veintitrés mil millones de ventanales abiertos de par en par. Por ahí se cuela el viento y en el viento viajan los sueños que deseamos justo cuando se lanza una moneda a la fuente. El viento se los roba a la moneda con su pico de maña. Los necesita para alimentarse y darnos el soplo de vida cuando nacemos. Y entonces se produce el eterno ciclo. Viento va, viento viene, se cuela por la ventana y no se detiene. No piensa, no le interesa, solo se cuela y eso basta para el misterio. Nacen nuestras alas y se borran las cicatrices que nos sangran en el mundo que hay antes de la decisión de entrar o no.
Ya cuando ya hemos decidido cruzar de un mundo a otro por las pequeñitas misteriosas (porque se necesitan de dos para hacerse un uno perfecto), en ese justo momento podemos descubrir todos los elementos en nuestra materia que se extienden a lo largo de nuestro ser. Inicia el descubrimiento por medio de lenguajes nuevos, mientras la colisión vital inicia. Desde las entrañas hasta los límites de las superficies rumora la cascada de cristal que explota en miel y néctar. Un águila levanta el vuelo y con sus garras acaricia la superficie frágil. Las raíces se levantan de la tierra y la arañan, se levantan también los volcanes en erupción y nace el terremoto. Los ríos danzan y las boas se estremecen. Habla también el viento y vomita todos los sueños robados. La catarata se rompe, se quiebra su cristal y vence al silencio, el águila ha llegado a lo más alto y se dispone ahora a los abismos. Millones de átomos chocan una y otra vez, juegan a las embestidas de furia. Esperan a que el rayo y el trueno choquen contra la mar embravecida.
Es de tarde, y estoy a punto de cruzar. Espero en el viento el delirio de tu jardín y sus aromas. Los que hicieron primavera en la memoria de mis setecientos veintitrés mil millones de...
Historia del primer y último vuelo y de cómo se disfruta que el viento se lo lleve a uno muy, muy lejos…
Cuando se dieron cuenta de que la vida puede durar un par de horas se echaron a reír. Reír claro con cierta nostalgia, pues en ese mismo instante, el viento decidió que aquel último par de hojas otoñales se perdieran bajo la inmensa bóveda celeste.
Desde el otoño pasado, cada una en su sitio, habían visto pasar los días y con ello, creían haberlo visto todo. Creían además que su existencia había sido satisfactoria en ese lugar específico. Se habían relacionado con las hojas vecinas, y quizá se preguntaron momentáneamente ¿Quién será la hoja que apenas se divisa? Claro que, las que habitaban el otro extremo del gran árbol, no podían ser vistas, y ni por lo menos pensadas o imaginadas. Es difícil para muchos seres, preguntarse por lo que no existe, y prefieren permanecer en el límite definido de lo que creen que pueden contemplar con seguridad. La duda suele ocupar un efímero instante, como una pequeña llama que se enciende en medio de la oscuridad. Cuando esto sucede, hay un instante de magia en el cual puedes iniciar a ver que hay a tu alrededor, pero cuando se apaga, fácil es adaptarte a la realidad de la oscuridad. No hay descubrimiento en lo absoluto.
Pero aquella tarde estaba marcado el otoño. Y en esta época precisa del año, las hojas con solo el hecho de imaginarse viajando al ritmo del viento, era más que suficiente para esperar la tarde del primer y último vuelo. Fue entonces cuando sucedió. El viento inició a soplar pausado de sur a norte, levantando en el ambiente los aromas de aquella tierra bendita por el corazón del cielo y de la tierra. Con lentitud estética, los árboles iniciaron una danza desde sus copas alzadas. La tierra como en cada estación, llenó el ambiente con el coro del gran río, aves e insectos jugaban con sus voces mientras se bañaban.
El espacio celeste del cielo inició a oscurecer por las miles de hojas que emprendían el vuelo con la ayuda del gran vien, vien, vien, vien, vien, vien, vien, to, to, to, to, to, to, to. Y en todas direcciones se escuchaban car, car, car, car, car, car, car, cajadas. Reían las hojas, cuando subían, cuando bajaban. Reían y daban giros, reían mientras reían. Y se vestían de risas y de locura.
Y entonces se unieron aquellas dos. Habían sido vecinas muy cercanas del mismo árbol. Tiempo atrás, ya se habían intercambiado un par de miradas. Y no entendían aún por que. Alguna vez tuvieron un leve contacto por fuerzas físicas de la naturaleza. Pero hasta ese entonces no pasó nada más. Aquella tarde por el contrario, el viento se las llevó con dirección norte. Y mientras revoloteaban se veían. Y mientras se veían se creaba una conexión y un pacto entre ambas. El viento decidió por fin dejarlas caer en un sitio lejano y perdido. Estando ahí decidieron disfrutar la estadía. Se emborracharon toda la noche con miel y perfumes. Se intercambiaron las almas en un instante. Y tiradas en el suelo jugaron a la guerra y al amor.
La llovizna humedeció la tierra, besó su vientre y bajó hasta descubrir secretos sonoros en el choque sutil. El espacio se lleno de naturaleza. Dos hojas pegadas de labios, dos hojas de las miles que existen, dos que se hicieron entre llovizna y tierra. Dos hojas que se preguntaron ¿Qué es la vida? Y la descubrieron precisamente en ese instante. Esto es la vida… Reir, reir, reir… Detenerse en este instante. Empinárselo hasta el fondo.
Desde el otoño pasado, cada una en su sitio, habían visto pasar los días y con ello, creían haberlo visto todo. Creían además que su existencia había sido satisfactoria en ese lugar específico. Se habían relacionado con las hojas vecinas, y quizá se preguntaron momentáneamente ¿Quién será la hoja que apenas se divisa? Claro que, las que habitaban el otro extremo del gran árbol, no podían ser vistas, y ni por lo menos pensadas o imaginadas. Es difícil para muchos seres, preguntarse por lo que no existe, y prefieren permanecer en el límite definido de lo que creen que pueden contemplar con seguridad. La duda suele ocupar un efímero instante, como una pequeña llama que se enciende en medio de la oscuridad. Cuando esto sucede, hay un instante de magia en el cual puedes iniciar a ver que hay a tu alrededor, pero cuando se apaga, fácil es adaptarte a la realidad de la oscuridad. No hay descubrimiento en lo absoluto.
Pero aquella tarde estaba marcado el otoño. Y en esta época precisa del año, las hojas con solo el hecho de imaginarse viajando al ritmo del viento, era más que suficiente para esperar la tarde del primer y último vuelo. Fue entonces cuando sucedió. El viento inició a soplar pausado de sur a norte, levantando en el ambiente los aromas de aquella tierra bendita por el corazón del cielo y de la tierra. Con lentitud estética, los árboles iniciaron una danza desde sus copas alzadas. La tierra como en cada estación, llenó el ambiente con el coro del gran río, aves e insectos jugaban con sus voces mientras se bañaban.
El espacio celeste del cielo inició a oscurecer por las miles de hojas que emprendían el vuelo con la ayuda del gran vien, vien, vien, vien, vien, vien, vien, to, to, to, to, to, to, to. Y en todas direcciones se escuchaban car, car, car, car, car, car, car, cajadas. Reían las hojas, cuando subían, cuando bajaban. Reían y daban giros, reían mientras reían. Y se vestían de risas y de locura.
Y entonces se unieron aquellas dos. Habían sido vecinas muy cercanas del mismo árbol. Tiempo atrás, ya se habían intercambiado un par de miradas. Y no entendían aún por que. Alguna vez tuvieron un leve contacto por fuerzas físicas de la naturaleza. Pero hasta ese entonces no pasó nada más. Aquella tarde por el contrario, el viento se las llevó con dirección norte. Y mientras revoloteaban se veían. Y mientras se veían se creaba una conexión y un pacto entre ambas. El viento decidió por fin dejarlas caer en un sitio lejano y perdido. Estando ahí decidieron disfrutar la estadía. Se emborracharon toda la noche con miel y perfumes. Se intercambiaron las almas en un instante. Y tiradas en el suelo jugaron a la guerra y al amor.
La llovizna humedeció la tierra, besó su vientre y bajó hasta descubrir secretos sonoros en el choque sutil. El espacio se lleno de naturaleza. Dos hojas pegadas de labios, dos hojas de las miles que existen, dos que se hicieron entre llovizna y tierra. Dos hojas que se preguntaron ¿Qué es la vida? Y la descubrieron precisamente en ese instante. Esto es la vida… Reir, reir, reir… Detenerse en este instante. Empinárselo hasta el fondo.
lunes, 12 de enero de 2009
El camino del sol…
Y acá estoy de nuevo
Viendo pasar el sol y su camino incansable
Descubro su voz de fuego
Todo queda al descubierto cuando habla
Cuando nadie se puede ocultar
De su sabia y vieja lengua de luz
Y de la verdad que cada uno ha construido
Incluso a base de mentiras
Pero al final salen a la luz y se hacen cenizas
Se hacen nada
Y acá estoy de nuevo
Viendo como corren las hormigas
En la sociedad de concreto
Es fin de año
Casi…
¿Creo?
Horas o siglos nos separan de un nuevo comienzo
Quizá siglos
Quizá ni exista esta lógica en el universo
¿Qué marca un nuevo inicio?
Solamente la decisión
Solamente cuando vencemos el miedo
No es cosa del tiempo
Cuando este es un concepto
Digamos demasiado
Humano
Demasiado relativo
Hay promesas en estos tiempos
O cuando se siente el límite del tiempo
Abundan las promesas
Como una peste de buitres
Que disfrutan la basura que nadie más resiste
Pensar
En los que simplemente ya no tienen tiempo
Donde ya ni alienta una promesa o un sueño
En éstos que se repiten en cada segundo
Se convierten en eternos andantes
En esos aburridos programas autómatas del capitalismo
Mi abuelo se fue justo en esta transición
Y eso si que es pasar de un estado a otro
Su partida si marcó una nueva etapa
Al menos la suya
Y un poco de la mía
Quizá fue en su sueño cuando descubrió este misterio
Sin necesidad de promesas descabelladas
O de las que siempre nos repetimos como plegaria
Hasta que nos sangre hipócritamente el pecho y los labios
Que diferencia encontramos en estos conceptos
Cuando cambia el tiempo
Naturaleza humana
Naturaleza animal
Naturaleza muerta
Naturaleza qué, inventaremos
Horas
Siglos
O ropa de marca…
¿Qué es lo que marca el paso del tiempo?
CAPITAL
Aseguran los que se hacen llamar sabios del desarrollo…
Y yo acá de nuevo
Esperando el ciclo de la luna y su magia
Esperando las voces de la noche y la madrugada
Que como zancudos
Me pican mientras me hago el dormido
Mientras persiste este insomnio
Mientras espero una respuesta al siguiente día
Curiosidad nada más…
Ante lo que quiero construir y retar al siguiente sol
Curiosidad nada más
Ese recurso de niño que sigue atemorizando a los grandes poderes
Curiosidad es lo que nos hace falta
Quitarnos la venda
Y yo quitármela una y mil veces más durante el día
Aprender a desconfiar
No del ser humano
Sino de lo que supuestamente vemos
Ver
Antes
Ver
Pero si siquiera
Nos dejan ser curiosos
Es peligroso preguntar por qué
Y entonces
Acaba la magia
Y con ella toda posibilidad de imaginación y creatividad
Y con ella nace la aceptación del mundo actual
Tic, tac, tic, tac, tic, tac…
Todos ríen
(Bueno casi todos o quizá en verdad muy pocos)
Seguro casi todos los niños
Y todos en la cuenta regresiva
Tres, dos, uno…
El resto cada uno lo sabe
Y entonces los niños afirman
Tiempo nuevo a las puertas es poder imaginar lo que harás aunque sea un instante…
Al siguiente te levantas con la misma cara
Y lo peor
Con la viejas ideas del apenas pasado
PASADO
Tic, tac, tic,
Tac,
Tic,
Tac,
Tic,
Tac…
Y así van absorbiendo
Todos los que hemos pasado
Por niños y niñas
La Naturaleza de la desubicación
Y sigo acá
Pensando en el sol y su recorrido
En el que también la luna develará esta noche
Y con mil preguntas en las viseras…
Curiosidad nada más.
Es sorprendente como en un par de pasos solares
Se pueda realizar un recorrido por todas las historias
Y que sobre todo cada uno logre hacerlo en la propia
En la verdadera y auténtica
Caminar
Se nos ha enseñado que se hace hacia delante
Pero a veces
Caminar hacia a tras ayuda un instante
Vernos
¿Entendernos?
Nunca aceptarnos tan deprisa
Y tratar de seguir hacia adelante
No más sabios
Pero si un poco más honestos
Celebremos el sol de esta tarde
Justo cuando es tiempo de las
Cuatro menos cuarto
Quién de nosotros entiende la vida y el tiempo
Quién de nosotros sabe exactamente qué es el sol
Yo iniciaré por preguntarle a un niño…
Viendo pasar el sol y su camino incansable
Descubro su voz de fuego
Todo queda al descubierto cuando habla
Cuando nadie se puede ocultar
De su sabia y vieja lengua de luz
Y de la verdad que cada uno ha construido
Incluso a base de mentiras
Pero al final salen a la luz y se hacen cenizas
Se hacen nada
Y acá estoy de nuevo
Viendo como corren las hormigas
En la sociedad de concreto
Es fin de año
Casi…
¿Creo?
Horas o siglos nos separan de un nuevo comienzo
Quizá siglos
Quizá ni exista esta lógica en el universo
¿Qué marca un nuevo inicio?
Solamente la decisión
Solamente cuando vencemos el miedo
No es cosa del tiempo
Cuando este es un concepto
Digamos demasiado
Humano
Demasiado relativo
Hay promesas en estos tiempos
O cuando se siente el límite del tiempo
Abundan las promesas
Como una peste de buitres
Que disfrutan la basura que nadie más resiste
Pensar
En los que simplemente ya no tienen tiempo
Donde ya ni alienta una promesa o un sueño
En éstos que se repiten en cada segundo
Se convierten en eternos andantes
En esos aburridos programas autómatas del capitalismo
Mi abuelo se fue justo en esta transición
Y eso si que es pasar de un estado a otro
Su partida si marcó una nueva etapa
Al menos la suya
Y un poco de la mía
Quizá fue en su sueño cuando descubrió este misterio
Sin necesidad de promesas descabelladas
O de las que siempre nos repetimos como plegaria
Hasta que nos sangre hipócritamente el pecho y los labios
Que diferencia encontramos en estos conceptos
Cuando cambia el tiempo
Naturaleza humana
Naturaleza animal
Naturaleza muerta
Naturaleza qué, inventaremos
Horas
Siglos
O ropa de marca…
¿Qué es lo que marca el paso del tiempo?
CAPITAL
Aseguran los que se hacen llamar sabios del desarrollo…
Y yo acá de nuevo
Esperando el ciclo de la luna y su magia
Esperando las voces de la noche y la madrugada
Que como zancudos
Me pican mientras me hago el dormido
Mientras persiste este insomnio
Mientras espero una respuesta al siguiente día
Curiosidad nada más…
Ante lo que quiero construir y retar al siguiente sol
Curiosidad nada más
Ese recurso de niño que sigue atemorizando a los grandes poderes
Curiosidad es lo que nos hace falta
Quitarnos la venda
Y yo quitármela una y mil veces más durante el día
Aprender a desconfiar
No del ser humano
Sino de lo que supuestamente vemos
Ver
Antes
Ver
Pero si siquiera
Nos dejan ser curiosos
Es peligroso preguntar por qué
Y entonces
Acaba la magia
Y con ella toda posibilidad de imaginación y creatividad
Y con ella nace la aceptación del mundo actual
Tic, tac, tic, tac, tic, tac…
Todos ríen
(Bueno casi todos o quizá en verdad muy pocos)
Seguro casi todos los niños
Y todos en la cuenta regresiva
Tres, dos, uno…
El resto cada uno lo sabe
Y entonces los niños afirman
Tiempo nuevo a las puertas es poder imaginar lo que harás aunque sea un instante…
Al siguiente te levantas con la misma cara
Y lo peor
Con la viejas ideas del apenas pasado
PASADO
Tic, tac, tic,
Tac,
Tic,
Tac,
Tic,
Tac…
Y así van absorbiendo
Todos los que hemos pasado
Por niños y niñas
La Naturaleza de la desubicación
Y sigo acá
Pensando en el sol y su recorrido
En el que también la luna develará esta noche
Y con mil preguntas en las viseras…
Curiosidad nada más.
Es sorprendente como en un par de pasos solares
Se pueda realizar un recorrido por todas las historias
Y que sobre todo cada uno logre hacerlo en la propia
En la verdadera y auténtica
Caminar
Se nos ha enseñado que se hace hacia delante
Pero a veces
Caminar hacia a tras ayuda un instante
Vernos
¿Entendernos?
Nunca aceptarnos tan deprisa
Y tratar de seguir hacia adelante
No más sabios
Pero si un poco más honestos
Celebremos el sol de esta tarde
Justo cuando es tiempo de las
Cuatro menos cuarto
Quién de nosotros entiende la vida y el tiempo
Quién de nosotros sabe exactamente qué es el sol
Yo iniciaré por preguntarle a un niño…
Suscribirse a:
Entradas (Atom)