Tiempo atrás su acento me atrajo,
estaba ella sentada hablando y diciendo no sé qué, pero no pude evitar
detenerme en la comisura de sus labios y en sus ojos parpadeantes, sus manos al
ritmo de su voz, y su silueta entera en el sofá del corredor. Yo como
siempre entre mis líneas aburridas y al mismo momento sorprendentes. Pero como
dije, me detuve en la delgadísima línea que separa a uno del otro, solamente si
uno así lo quiere.
Sentí tu cabeza sobre mi hombro, yo
sabía que eso no era una señal cualquiera, evitable. Al contrario era la
confirmación de lo que se vendría, de lo que no quise escapar. Esto por
varios motivos. La principal. La colocación de los planetas durante esa
noche, las cartas del tarot cayendo sobre sus manos para alguna gente
relacionada a nosotros dos y donde salió este encuentro azar del destino. La
lluvia de esa noche. La cerveza y el licor. El momento en que decidí tomar el
volante y llegar hasta ese lugar y que la señora del parqueo me diera todo el
chance de estacionarme a un muy bajo precio. El momento en que nacimos y
los diferentes atajos que tomamos en el camino para llegar precisamente hasta
ese instante. Te lo dije. Yo veía la ventana, una luz amarillenta se
colaba y por el tipo de cristal con textura se producía un efecto como de piel
de jaguar estático para no mojarse con la llovizna de esa madrugada. Este
instante es maravilloso. Lleno de un par de minutos atrás en donde me
perdí en el clip que colgaba de tu oreja izquierda, tu cabello corto, tus ojos
y tu sonrisa cómplice. Hubiera querido detenerme ahí y no seguir hasta
donde llegamos, pero en las cartas la historia aún no tenía fin. Los segundos pasaron
y entonces la sangre por nuestras venas reclamó su destino. Empezó a forjar el
camino, no se detuvo, y el elemento principal de nuestros seres se hizo
presente. La lluvia no se detuvo, se convirtió en la gran envoltura de
nuestro juego.
Tengo miles de imágenes en mi
cabeza, son como pequeñas ráfagas de colores. En todas ellas hay muchas formas,
objetos, sonidos y gestos. Con cuál de todas ellas me quedo. Se me vienen como
una catarata de cosas sobre mi cuerpo, no me puedo hacer a un lado. Es imposible
escapar, sobre todo porque también deseo mantener esos recuerdos en la
cabeza. Me viste huir. Despavorido. Como un ladrón en la oscuridad.
Pero iluminado con la luz de tus ojos. Ellos me vieron, me vieron desde hace
mucho tiempo, me vieron en la madrugada, me vieron en la huida. Me verán.
De eso no hay duda. Las cartas siguen cayendo a la mesa. Alguien
las está leyendo, alguien está conociendo lo que se nos viene. Yo tengo
algunos presentimientos. Específicamente los de mi huida. No te miento, esa
mañana, cuando el sol lentamente asomó su cara, yo me fui a ver la televisión
por cable, cuando salí de la habitación pensé por un segundo que todo había
sido un sueño. Muy bueno por cierto. Pero en el fondo supe que fue verdadero,
mejor aún. Todo es tan real. La sangré. La saliva. La ventana simulando
la piel de jaguar refulgente. El eco de jazz en todo mi ser. Su silueta
sobre mi. Toda la habitación sobre nosotros. La huida que desde ese instante
busqué. Tal como lo predijo una carta bajando de una mano ya muy vieja en el
siguiente turno. Sigue la adivinación del destino. Sigue el reloj su
camino. Mis pasos buscando la nada en la ciudad. Tus ojos señalando mi
huida. Una carta tas otra donde seguro aparece un encuentro, donde yo tengo que
detenerme y decidir. El poder no está en la carta. El poder lo traemos con
nosotros. Pero es un poder gobernado sobre todo por la sangre, y es ahí
donde la razón pierde la batalla. Sobre todo en mí, que me dejo llevar
por la gran corriente del torrente rojo, y busco siempre desembocar y
encontrarme con las mares bravas, convulsas y tiernas que habitan este
planeta.
Sinceramente quisiera repetir ese
instante. En donde sea que nos encontremos. Pero ante mí huida no sé
bien. Loco. Loco. No sé qué significa con exactitud esta palabra, cada
cual la toma como quiere, al final solamente hay una definición de ésta en el
diccionario, pero como todo lo humano: Incomprensible. Quizá me asemejo yo a
ese significado, quizá no. Solo sé que me da vueltas por la cabeza como eco galopante
de otras miles de voces. A veces huyo también de esta palabra y su significado,
luego la busco y me la pongo como gafete de identificación, a veces me crea
problemas serios de identidad, a veces pienso que la utilizamos a
conveniencia. Creo que al final las cartas que nos marca son estas: La
locura, el encuentro y gobernando a ambas la sangre.